
De repente, una irritante voz salió de la nada.
La voz más inquietante que había oído en la vida. Probablemente estaba diciendo algo coherente en algún idioma, pero él no lo podía entender. Aunque su pícara mente pensaba que esos sonidos no eran más que ruidos sin sentido.
Por aquél entonces ya había vivido bastantes experiencias, pero que cada vez le eran más difíciles de recordar.
Se apoyó en una esquina a descansar.
Cerró los ojos lentamente, con la sensación de que si lo hacía, no volvería a abrirlos.
Pero lo que solo el hombre de la inquietante voz sabía, es que no lo haría.
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